El
fenómeno de las agresiones a médicos ha venido ocupando en los últimos tiempos
una creciente actualidad. Algunos de los factores desencadenantes serían: el
exceso de burocracia, la presión
asistencial, la expectativa de salud o la exigencia de unas prestaciones a las
que no se puede atender.
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La
Organización Mundial
de la Salud
(OMS), define la violencia en el lugar del trabajo como todos aquellos
incidentes en los que la persona es objeto de malos tratos, amenazas o ataques
en circunstancias relacionadas con su trabajo, (..) con la implicación de que
se amenaza explícita o implícitamente su seguridad, su bienestar y su salud.
Según
la Organización Internacional
del Trabajo, las profesiones relacionadas con el sector servicios, son las que
presentan un mayor riesgo de sufrir agresiones, debido al estrecho contacto con
usuarios y clientes.
Este
problema no se da sólo en España sino también en países de nuestro entorno. En
el National Health Service (NHS) inglés, en 2006, el 11% de los profesionales
de hospitales y el 6% de los de atención primaria referían haber sufrido una agresión
física.
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Las
agresiones, ya sean físicas o verbales, se han vuelto más numerosas cada año. Tal es el índice de agresiones, que se ha establecido el Día nacional de las Agresiones en el ámbito sanitario, que se celebra analmente cada 23 de marzo.
La
Organización Médica
Colegial (OMC), institución que engloba a todos los colegios de médicos del
país, ha creado el Observatorio de Agresiones, donde analiza y emite un informe
anual “Estudio de Agresiones”.
Los
últimos datos oficiales conocidos son de 2011 y muestra el siguiente perfil de
agresión a médicos:
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496 agresiones (451 en 2010, un 9.2 % más).
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Andalucía registró el 26 % de todas las agresiones, y Madrid y Valencia el 14
%, en ambos casos.
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El 53 % de los médicos eran hombres y el 47 % mujeres.
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El ámbito fue un 89 % en lo público y 11 % en lo privado (similar a 2010: 91 %
- 9 %).
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El 57 % se produjo en Atención Primaria (AP), 13 % en hospital, 6 % en
Urgencias hospitalarias y 12 % en Urgencias de AP.
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El 44 % se produjo en médicos de 46
a 55 años y el 26 % entre los 36 y 45 años.
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El 56 % de los agresores no tenían antecedentes de patología orgánica, psiquiátrica (el 17% sí) ni de toxicomanías (el 9% sí).
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En el 28 % de los casos, el agresor es un familiar del paciente.
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En el 78 % no se produjeron lesiones (en el 22 % sí).
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En el 72 % se presentó denuncia, quedándose un 25 % de las agresiones sin
denunciar.
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La
agresión atenta contra el principio básico en que se sustenta el acto médico: la
confianza en la relación médico-paciente, sin la cual es imposible desarrollar
la actividad asistencial.
Andrés