En 1960, en Estados Unidos, en un momento en el que la especialización de la Medicina y la modernización de la tecnología propiciaron una transformación de las expectativas de vida y de curación de los pacientes, se originaba el concepto de medicina defensiva.
En 1999, el British Medical Journal publicó un trabajo que detallaba las experiencias de los médicos generales ante las reclamaciones de sus pacientes. Las respuestas al tercer estadio, que describía la resolución de los conflictos planteados por la reclamación, no dejaban lugar a dudas: unos pocos no lograron resolver sus conflictos y otros se plantearon dejar la profesión, pero la gran mayoría decidió practicar la medicina defensiva.
Un informe publicado en el año 2000 por Inahta (Red Internacional de Agencias de Evaluación Tecnológica-Sanitaria), llegaba a la conclusión de que el exceso de pruebas preoperatorias responde más a un intento de cirujanos y anestesistas de buscar protección legal que a unos criterios clínicos que verdaderamente lo aconsejen.
En otros dos trabajos (uno sueco y otro británico), por ejemplo, se aseguraba que más de la mitad de las peticiones de pruebas radiológicas son innecesarias y que más del 80 por ciento del total obtiene resultados negativos. Ante esto, se proponían cursos de formación y protocolos de actuación en pacientes con dolor de espalda o cuello.
Otro campo de actuación inadecuada es el de los antibióticos, aspecto en el que incidían un documento finlandés (de enero de 2001) y un estudio realizado por la Agencia de Evaluación del País Vasco. Ambos cifraban la mala prescripción en torno al 40 por ciento
Según el vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc), aunque no existe en España ningún estudio sobre el coste económico que genera esta práctica, “sí que está cuantificado que los centros de salud que tienen más presión asistencial derivan más a otros especialistas y, en ocasiones, piden pruebas que no son necesarias”.
La medicina defensiva consiste en someter a los pacientes a pruebas y consultas, con otros especialistas, innecesarias, generando un coste económico incalculable para el sistema, en opinión de los expertos, que podría dedicarse a investigación o a otras prioridades médicas.
En un estudio noruego con mil médicos, el 44 por ciento de los médicos se decidió por una estrategia defensiva cuando se enfrentó a una simulación de amenaza de un paciente con angina de pecho que advirtió de que iría a la prensa si no se le ordenaban nuevos tests médicos. Otro 57 por ciento de los médicos eligió el enfoque defensivo ante un paciente con cefalea aguda que amenazó con una demanda formal si no lo enviaba a un neurólogo
Los doctores Cabrera J. y Fuentes J.C. ,aseguran que el miedo a una demanda condiciona el trabajo de casi el 70 por ciento de los facultativos. El 17,7 por ciento asegura haber experimentado un problema de este estilo y un 60 por ciento dice conocer compañeros cercanos que han padecido.
Rebeca Martín Polo, especialista en Anatomía Patológica, en su libro “El error en Medicina” asegura que “La práctica de la medicina defensiva es difícil de evitar. Irá en aumento. Así los costes de la medicina defensiva en EEUU en el año 2000 eran de 41.000 millones de dólares y en el año 2008 de 200 mil millones por año, un 10% del gasto total de salud. ¿En España cuál es el coste? El médico ante el peligro de demandas y reclamaciones se ve obligado a practicar una medicina defensiva porque tiene miedo. Un miedo comprensible por las implicaciones jurídicas, patrimoniales, profesionales y de salud que conllevan.
La medicina defensiva distancia todavía más al médico del paciente. Por eso Jerónimo Fernández Torrente, vicesecretario de la Organización Médico Colegial (OMC) propone que los médicos lleven a la práctica acciones que permitan renovar en sus consultas la esencia de la medicina humanista y restaure la relación con el paciente. Es lo que se denomina “medicina asertiva”, donde la comunicación entre paciente y médico sea el epicentro entre ambos. “Supone reconocer el derecho de todos los involucrados, así como las asimetrías diversas entre los actores”.