El sistema MIR
(Médico Interno Residente) es el programa de formación especializada para
médicos que existe en España desde 1978. Su acceso es por un
concurso-oposición convocado anualmente y permite al médico adquirir responsabilidades y capacidades de forma progresiva y tutelada. El examen,
simultáneo e idéntico en todo el país, es equitativo.
Los opositores
que superen la prueba de acceso toman posesión de las plazas de formación en
régimen de residencia, a través de un contrato laboral, en alguna de las 46 especialidades médicas reconocidas
por el Ministerio de Sanidad en los centros sanitarios acreditados.
Desde hace
unos años se vislumbran un par de cuestiones que están haciendo peligrar, a mi
entender, la sostenibilidad de este sistema de especialización.
El
primero de ellos es el gran número de licenciados de medicina de países extracomunitarios, fundamentalmente procedentes de
Sudamérica y de Centroamérica y el Caribe, que se incorporan al sistema MIR. Estos médicos extranjeros
buscan mejores oportunidades que las que tienen en sus países y cumplen con la
normativa vigente, por tanto, obtienen resultados legítimos. Esto supone,
a corto plazo, un conflicto por recelo de los opositores de nacionalidad
española, que está lejos de ser mi reflexión. Pero a medio y largo plazo
esto traduce problemas de estrategia y planificación de la política de recursos
humanos, ya que muchos de estos opositores regresan a su país de origen, una
vez que han terminado el periodo formativo, ya con el título de especialista.
El
segundo asunto es el cada vez mayor número de especialistas que vuelven a presentarse al examen MIR, en unas ocasiones
para iniciar una nueva singladura profesional, y en otras ocasiones como periodo transitorio
y remunerado que permita esperar a que “escampe” la situación económica y se
abra el mercado laboral.. En los últimos 10 años, las Comisiones Nacionales de
las distintas especialidades han aumentado el número de plazas ofertadas, lo
que ha supuesto que una vez especializados, los galenos caen en el abismo del
desempleo. Esta situación de optar a una segunda especialidad, y a veces hasta
a una tercera, es igual de legítima que la ya comentada de los opositores procedentes
del continente americano, y tiene las mismas implicaciones en la planificación
del personal médico.
Todo
esto nos obliga a plantearnos hasta qué punto es sostenible un sistema que
invierte mucho dinero en formar especialistas médicos cualificados sin que se
traduzca en un número de especialistas “disponibles” que puedan mantener el
sistema sanitario público español. Es posible que en unos años veamos las
consecuencias.
Andrés
Este año hablaba con una estudiante de medicina y tenía super-asumido que hasta dentro de dos o tres años después de terminar la carrera no podría acceder a una plaza MIR debido a la recirculación de segundas especialidades!!! Uff!!
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